

Verona, octubre de 2013.
Callejeando por Verona, buscamos la casa de Julieta. Las chicas no se querían perder tan mítico lugar. Era fácil de localizar, es uno de los lugares más visitados en Verona y solo había que ir siguiendo al grueso de gente que paseaba por sus calles.
Pasabas por un pórtico y desde él ya se veía el balcón de Julieta, que estaba en una plazoleta. A sus pies, Julieta hecha bronce, con los pechos bastante desgastados fruto de las fotos de los turistas (incluidas las nuestras).
Enfrente del balcón, una pequeña tienda donde venden candados, rotuladores y otros «souvenirs», que finalmente terminaban a escasos metros, en las paredes de la plaza que estaban llenas de cartas, notas pegadas con chicles, rejas llenas de candados de enamorados, y un sin fin de diferentes maneras de manifestar el amor y el desamor.
Me llamó mucho la atención los turistas haciéndose divertidas fotos «agarrados» a los pechos de Julieta, en contraste con los desconsolados llantos de adolescentes que rogaban a Julieta por el amor de su particular Romeo.
Y todo esto montado alrededor de la película «basada» en la obra de Shakespeare. Sí, basada entre comillas… según tengo entendido… dejémoslo ahí, no quiero desmitificar la historia…